Muchos de los problemas a la hora de dar el paso de digitalizarse surgen del miedo. No sólo a si servirá para algo o a si será cierto que me quedo atrás con respecto al resto; si no el miedo a no ver una recuperación tras la inversión realizada. El temor a si esto me terminará arruinando más que ayudando.
Digitalizar una fábrica supone un pequeño esfuerzo. Muchos pueden pensar que, si su volumen de ventas es mayor, le será más fácil invertir; pero si una empresa factura menos, es porque produce menos, si produce menos es porque es más pequeña y si es más pequeña necesitará menos presupuesto para digitalizarse porque las inversiones siempre son directamente proporcionales al tamaño de la empresa.
Diferentes casos de éxito demuestran que el riesgo merece la pena si se obtienen resultados positivos a medio plazo. Por lo que ¿y si el retorno de inversión esperado fuera en un periodo de tiempo corto y no a largo plazo como muchos creen? ¿Y si ese retorno fuera de un porcentaje de más del 50 %? Obviamente, no se puede analizar resultados hasta pasados al menos 3 meses una vez que los datos se empiezan a utilizar de una manera útil, pero si sumamos ese tiempo de análisis de datos con el tiempo que supone elaborar un nuevo plan de ejecución que optimice los puntos fuertes de la fábrica y subsane los puntos débiles, al cabo de dos años, el cliente empieza a ver resultados positivos tras la inversión realizada.
Actualmente, muchos estudios revelan que el ROI (retorno de la inversión) de digitalizar una fábrica está en torno al 65 % en un periodo de 2 años. Hay que empezar a ver el vaso medio lleno en vez de medio vacío porque los resultados son mucho más positivos de lo que se cree. La inversión es obligatoria porque no hay que olvidar que no somos nosotros los que vamos hacia el futuro, sino el futuro el que viene hacia nosotros. No es una decisión acertada, sino la decisión.