En medio de la aparición fulgurante de la variante ómicron de la COVID-19 y los aumentos récord en los precios de la energía en todo el mundo, varias amenazas persistentes se ciernen sobre la industria. Sin embargo, los actores de la industria pueden mirar hacia 2022 con confianza, con muchos motivos para un razonable optimismo. Son cinco las previsiones que deberían marcar esta año que recién ha comenzado.
Necesidades exponenciales en el sector de las energías renovables
No cabe duda de que existe un consenso de que la transición energética es fundamental para el futuro del planeta. Como tal, muchas naciones y empresas lo han convertido en una prioridad estratégica. La dinámica mundial en torno a las energías renovables se tradujo en 2021 en un récord con la instalación de 290 gigavatios de nuevas capacidades en el mundo. Por su parte, los grandes grupos mundiales van anunciando, uno tras otro, un objetivo de neutralidad en carbono, con un horizonte que oscila entre 2030 y 2050. Al igual que el reto a llevar a cabo, las necesidades son indudablemente enormes.
Producción y almacenamiento de energía renovable, descarbonización de los sectores industrial y de transporte, renovación térmica de edificios y viviendas, implementación de redes eléctricas inteligentes… cada una de estas áreas requiere respuestas industriales masivas respaldadas por inversiones a gran escala. Además, enfocarse en la transición ecológica debería constituir un proyecto clave en 2022 para los actores de la industria, con la implementación de la optimización de la gestión de recursos, así como el seguimiento de la huella de carbono a través de datos.
Este movimiento global debe estar impulsado por una gran novedad que marcará el aspecto medioambiental en 2022: la entrada en vigor, desde el 1 de enero, de la taxonomía europea. Esta clasificación de actividades para orientar las inversiones hacia actividades sostenibles pretende convertirse en un acelerador decisivo.
El aumento continuo de la IA
En 2022, se espera que el cambio a la Industria 4.0 afecte a casi todos los sectores industriales. Optimización de la cadena de suministro, gestión y previsión de inventarios, cadenas de suministro y producción, mantenimiento preventivo o incluso predictivo, automatización del control de calidad, camiones autoguiados en talleres de producción… Las aplicaciones de Inteligencia Artificial (IA) seguirán desarrollándose, apoyándose en particular en la tecnología digital.
Diversos estudios recientes predicen que el software de IA experimentará un crecimiento de más del 20% en 2022. Una de las palancas clave será la adopción de la IA en tiempo real que, según Forrester, podría aumentar un 20 % en 2022, posibilitando así la eliminación de la latencia entre la producción de indicadores, las decisiones y sus resultados.
Producción industrial impulsada por el uso de lo digital en todas las etapas
Se estima que la digitalización de las empresas es responsable de más del 2% de la productividad anual durante la última década. Tal tendencia inevitablemente seguirá marcando a la industria, más allá de la dimensión de la IA por sí sola, para métodos de producción cada vez más eficientes. La implementación de soluciones ágiles en particular, con la confirmación del abandono de cualquier ERP, aumentará la capacidad de los actores para responder a las demandas volátiles de los clientes.
Para enfrentar con éxito estos enormes desafíos, los actores industriales españoles podrán confiar en 2022 en nuevos activos, comenzando con la conectividad 5G. Al igual que Alemania y Francia, que ya tienen centenares de redes construidas directamente por empresas en 2021, el despliegue de 5G debería desempeñar un papel de acelerador. El resultado: velocidades máximas de 20 Gbps, hasta 20 veces más rápidas que 4G, que ofrecen un potencial sin precedentes para la conectividad de sensores, dispositivos y máquinas en el Internet de las Cosas (IoT).
Una demanda cada vez mayor de productos personalizados
Esta es una de las tendencias más significativas de los últimos dos años. Los consumidores quieren productos que se adapten cada vez más a sus necesidades individuales. Automoción, medicina, artículos de lujo, cosmética… Clave para la ya imprescindible noción de experiencia del cliente, la personalización se afirma como una tendencia importante del mercado en una amplia variedad de sectores.
Para los fabricantes, el reto es poder adaptar su cadena de producción en tiempo real (o casi). El establecimiento de emplazamientos flexibles capaces de producir series pequeñas de manera competitiva, apoyándose en particular en una amplia experiencia en gestión de datos y recorridos de clientes. El desafío para los fabricantes es, obviamente, no comprometer su rentabilidad. Diversas encuestas llevadas a cabo por especialistas han mostrado que clientes están dispuestos a pagar hasta un 20% más –y esperar más, al mismo tiempo– para recibir un producto individualizado.
Una dinámica de deslocalización
La reubicación de emplazamientos industriales ha sido durante años, incluso décadas, un asunto de los más recurrente. Al provocar la paralización repentina de muchas actividades en todo el mundo, la crisis sanitaria relacionada con la COVID-19 ha mostrado los límites y debilidades inherentes a un sistema totalmente globalizado, marcado por una fuerte interdependencia. Ante esta constatación, determinados poderes públicos se han esforzado en promover la deslocalización de actores industriales.
Los datos muestran que en diciembre de 2021 la distancia entre el lugar de decisión de la inversión y el lugar de la inversión había sufrido una caída en distancia del 5% en todo el mundo. Algo que va a incrementarse en 2022 si se provee ayuda financiera por parte del Estado y por el plan de recuperación de la Unión Europea. Potencialmente, el comienzo de un movimiento más amplio que podría beneficiar, en particular en términos de imagen, a todo el sector.